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viernes, 11 de diciembre de 2009

El concepto de ideología en la educación: algunas consideraciones

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Alejandro Villaseñor Jaimes

Resumen

En este texto abordaré algunas definiciones y conceptualizaciones de la palabra ideología, partiendo del marco teórico marxista, en sus veritentes estructuralista (Althusser) y en la moderna concepción socialista de la filosofía de la liberación (en especial Freire). Se mostrará, además, el papel de la ideología en la educación, su importancia e influencia, y cómo en nuestros días está representada en el enfoque pedagógico por competencias.
Como tesis principal, demostraré que, aunque la educación por competencias tiene su origen en la ideología norteamericana del mercado, puede servir como herramienta para la tan ansiada liberación latinoamericana, en un nuevo paradigma social y económico.


1. Consideraciones en torno a la ideología

El concepto ideología tiene muchas connotaciones y significados diferentes, de acuerdo a los contextos en los que se aplique. Sin embargo, la significación más aceptada -y la más difundida-, es la que se circunscribe en el terreno político y sociológico.
Marx (1974), con su estudio de la sociedad basándose en el ámbito económico, postuló las bases para el actual concepto de ideología. En El capital (1867) y el Manifiesto del partido comunista (1872, ed. 1974) muestra cómo la sociedad burguesa, primero, después la sociedad capitalista, necesita de un constructo teórico, una moral, una política... En fin, una cultura que permita su dominación ante las clases trabajadoras y obreras. Esta tesis se radicaliza en el segundo texto, en el cual se demuestra que este proceso es llamado alienación: el trabajo asalariado aliena al trabajador, lo modela de acuerdo a los intereses de los propietarios de las herramientas de producción.
La posterior teoría socialista, representada por Althusser, postula que la alienación -o dominación, o represión, como se prefiera- es realizada mediante ciertas estructuras y constructos, que él los llama ideología. La ideología -o más concretamente, los aparatos ideológicos del Estado- reproducen el sistema de represión de las clases dominantes, así como reproduce las relaciones de producción.
Aquí se habla de un Estado estrictamente dominante y represor -léase: capitalista-. El Estado, pues, necesita de dos elementos para ejercer su acción:

El Estado es el aparato represor por excelencia, e incluye la administración, el ejército, los tribunales, el gobierno, entre otros. Es aparato “represivo” de Estado porque actúa mediante la violencia. Con el fin de mantener la sumisión, el Estado se vale de aparatos inferiores que son determinados por la ideología dominante. Dichos aparatos son la religión, la familia, la política, el sindicato, etc. Uno de esos aparatos es la educación, y mantiene la represión mediante las relaciones explotado-explotador (Villaseñor, 2009b: 3).

Las teorías contemporáneas acerca de la ideología se fundamentarán de acuerdo a estos criterios.


2. Consideraciones en torno a su papel en la educación

La educación cobra especial importancia como aparato ideológico:

La escuela en el régimen capitalista mantiene la función de reproducir los puestos en los que se desempeñan los actores económicos, ya sean propietarios o proletarios. En la escuela [...] se aprenden técnicas o habilidades como leer, escribir, contar, etc. Pero también se enseñan las “reglas” del buen uso, de acuerdo al puesto al que se está destinado a ocupar. Son reglas de moral y de conciencia cívica y profesional, que son, en realidad, reglas del respeto a la división social-técnica del trabajo. Se enseña a “hablar bien” el idioma, ya sea para dar órdenes o para obedecerlas. La formación dominante está presente desde los primeros años de instrucción, ya sea implícita (materias comunes) o explícita (moral, religión, filosofía). Si la educación se acaba en sexto año de primaria, los niños podrán ser obreros o pequeños campesinos. Otros terminan su educación y tienen puestos de pequeños y medianos cuadros, pequeño-burgueses de todo tipo. Otros siguen su educación y se forman para ser agentes de la explotación (capitalistas, empresarios), agentes de la represión (militares, policías, políticos, administradores) y los profesionales de la ideología (sacerdotes).
Cada grupo cumple su papel en la sociedad de clases: el de explotado (moral, cívica, nacionalismo), el de agente de la explotación (relaciones humanas), el de agente de la represión (mandar y obedecer, política) y el del profesional de la ideología (desprecio, chantaje, demagogia) (Villaseñor, 2009b: 3-4).

Podemos decir, incluso, que la educación es el aparato ideológico por excelencia, debido a su relativa autonomía, ya que está desligada de cualquier credo religioso y de escuela económica. Sin embargo, al estar supervisada por el Estado, éste ejerce su influencia e incluso puede determinar los contenidos a impartir.
Al respecto, resulta interesante una proposición crítica ante la difundida posición en la cual se apologiza a la educación afirmando que ésta, en nuestro país, no funciona, está atrasada respecto a otras pedagogías o no cumple sus objetivos. Pues bien, comentaba un maestro que en realidad no es así. La educación, al menos en México, ha cumplido cabalmente su función. Si el Estado quiere individuos ignorantes, individuos ignorantes tendrá, y por eso la poca atención a programas culturales y al desarrollo académico y pedagógico. Como se puede ver, el papel de la educación como aparato ideológico aún sigue vigente (Magallón, 1993).


3. Educación por competencias: la ideología del neoliberalismo

No sólo los intereses del Estado median y determinan la educación. La sociedad contemporánea bien puede considerarse como el rezago de la sociedad neoliberal. Ahora, pues, los intereses de la economía mundial han sobrepasado los intereses del Estado-Nación, en lo que se constituye como globalización: un Estado-Mundo en el que, si tambalea una nación poderosa, las naciones subordinadas terminan por derrumbarse.
De acuerdo con esto, la economía global precisa de aparatos ideológicos que legitimen su dominación, sobre todo, en los países en desarrollo. Tal es el caso de África, el Medio Oriente y Latinoamérica. En dichas regiones la economía está aún construyéndose, ya sea en su fase primaria o en etapas posteriores de desarrollo.
Si consideramos a la economía como un todo, y a los Estados Unidos y la Unión Europea como sus representantes, su ideología es también un todo, en el que la mayoría de las relaciones sociales de otros países están influídas por su acción opresora. El caso de los países de Latinoamérica es especial: actualmente se libra una lucha cultural entre ellos y la nación del norte, que representa, como alguna vez dijo Zea (1972), el proyecto que nunca verá realizado. Considerable excepción constituye Brasil; excepción que confirma la regla.
El sistema ideológico mercantilista tiene como base la producción, para lo que se necesitan profesionales competentes. De aquí que la educación ha de ser encaminada a desarrollar en los alumnos las competencias necesarias para la vida laboral. Así han sido definidas las competencias:

Las competencias son un conjunto de conocimientos, habilidades y valores que convergen y permiten llevar a cabo un desempeño de manera eficaz, es decir, que el alumno logre los objetivos de manera eficiente y que obtenga el efecto deseado en el tiempo estipulado y utilizando los mejores métodos y recursos para su realización (Argudín, 2009).

Así, la currícula escolar tendrá tres direcciones: la adquisición de conocimientos, el desarrollo de habilidades y la acepción de valores. Los conocimientos servirán, en primera instancia, para el desarrollo de las habilidades, pretendiendo romper el antiguo paradigma teoría-práctica. Los valores estarán dirigidos a la creación de una ética laboral, que permita el profesionalismo y el trabajo en equipo, entre otros aspectos. La moral se reducirá a la cívica y a dinámicas de grupo.
La ideología capitalista no podría ser más explícita. Se prefiere la capacitación de los obreros (mejor dicho, su profesionalización) antes que la formación integral del ser humano, ideal pedagógico por excelencia desde Rousseau hasta Freire, y las críticas a este sistema ya han sido ampliamente abordadas (Guzmán, 2003). Sin embargo, podemos valernos del enfoque por competencias para desarrollar una pedagogía que, además de permitir el crecimiento económico, permita la formación del ser humano libre, auténtico y crítico. Hablaré de ello más adelante.


4. Consideraciones en torno a la liberación

Desde que las naciones latinoamericanas tienen conciencia de su situación de oprimidas, han causado revuelo las teorizaciones en torno a la búsqueda de identidad y la conquista de la libertad. Libertad para con los opresores, los altos mandatarios del régimen, en nuestro tiempo, económico, y que tratan de huir del fantasma de la globalización. La influencia de la posición libertaria se ha sentido en toda América, abarcando todos los aspectos sociales posibles, entre ellos, la educación.

El término en boga en la pedagogía contemporánea es “libertad”. Desde finales del siglo XIX la lucha por una mejor educación se convirtió en la lucha por la libertad y por el puesto del hombre en la sociedad. Si bien la educación siempre ha tenido un sesgo formativo integral, nunca había sido tan defendido como en las pedagogías de nuestros días dirigidas a lo social (Villaseñor, 2009a: 1).

Y, de entre los mejores representantes de la pedagogía libertaria, tenemos la obra de Paulo Freire. En Freire son tres los aspectos más interesantes: 1) El papel de la ideología como medio de reproducción social y su superación mediante un proceso de “concientización”, 2) La ubicación del punto de partida desde la situación límite del oprimido para el proceso educativo-alfabetizador y 3) La naturaleza dialógica del ser humano y su fundamental apertura (Santos, 2008). El mismo autor señala otros aspectos de la obra de Freire, que por razones de espacio no mencionaré, pero básicamente se centra en la situación del oprimido y su proceso de liberación mediante la educación.
Así, pues, la educación se ve como la labor mesiánica que ha de llevar al latinoamericano al reconocimiento de su posición en el mundo, a su verdadera identidad cultural e ideológica: “La educación tiene el don de romper las cadenas que nos atan con sus lazos invisibles para no entender nuestro propio entorno” (Quintanilla, 2003: 24).


5. Hacia una liberación competitiva

El punto es rescatar lo mejor de ambas visiones, en un intento de diálogo e interdisciplinariedad. Ambas tienen sus propias características y sus defectos; es un constante proceso de autocrítica y autoreconocimiento.
Es de considerarse un proyecto de una educación que responda a las necesidades económicas del presente; con continuas crisis y economías emergentes el oprimido sólo se verá más oprimido si no tiene los recursos suficientes para formarse. Son necesarias las capacitaciones y la profesionalización de todas las esferas productivas, desde los supervisores hasta los agentes de la producción. Es necesaria, en pocas palabras, la educación por competencias.
Pero es necesario también que la persona esté consciente de sí misma y de su puesto en el ámbito laboral; no sólo son robots trabajando en una fábrica. Es necesario reivindicar el papel de la ética humanista, en especial la que considere la otredad; otro es tanto el jefe de producción como el compañero de trabajo. Ambos tienen necesidades: una familia que alimentar, hijos que llevar a la escuela, transportes, etcétera. El otro es medio y fin en sí mismo; medio para desarrollarme y fin en tanto que sujeto. De esta manera es más sencillo romper con la visión mecanicista propuesta por un civismo sin fundamento.


6. Conclusiones

Aún se requiere contenido para estas bases, aunque incipientes, necesarias para establecer un proyecto de educación latinoamericano, que responda a las necesidades económicas y sociales. Bastará, como premisa, la propuesta del liberalsocialismo y las políticas socialistas tendientes al capitalismo (como en el caso de China y Brasil, que han dado frutos positivos). El objetivo, como cualquier propuesta teórica, es proveer soluciones que permitan el mejor desarrollo de todos.


Bibliografía

Althusser, Louis. (2008). Ideología y aparatos ideológicos del Estado. Práctica teórica y lucha ideológica. México: Tomo.
Argudín, Y. (2009). La educación basada en competencias: algunas nociones que pueden facilitar el cambio. Recuperado el 10 de julio de 2009 en http://www.lag.uia.mx/acequias/acequias17/a17p8.html
Guzmán, Jesús C. (2003). Los claroscuros de la educación basada en competencias (EBC). Revista Nueva Antropología, XIX (62), 143-162.
Magallón Anaya, Mario. (1993). Filosofía política de la educación en América Latina. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Marcuse, Herbert. (1973). Un ensayo sobre la liberación. México: Cuadernos de Joaquín Mortiz.
Marx, Karl, y Friedrich Engels. (1974). Manifiesto del partido comunista. Moscú: Progreso.
Quintanilla Osorio, Jesús. (2003). La educación como modelo liberador. Chetumal: E-libro.net.
Santos Gómez, Marcos. (2008). Ideas filosóficas que fundamentan la filosofía de Paulo Freire. Revista Iberoamericana de Educación, (46), 155-173.
Villaseñor Jaimes, Alejandro. (2009a). Educación socialista: ¿Paradigma pedagógico del siglo XXI? Ensayo sin publicación.
__________. (2009b). La educación en Louis Althusser. Ensayo sin publicación.
Zea, Leopoldo. (1972). América como conciencia. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Estudiantes, maestros, pasantes y licenciados en Filosofía.
Universidad del Centro de México
San Luis Potosí, México.
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