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viernes, 11 de diciembre de 2009

El concepto de ideología en la educación: algunas consideraciones

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Alejandro Villaseñor Jaimes

Resumen

En este texto abordaré algunas definiciones y conceptualizaciones de la palabra ideología, partiendo del marco teórico marxista, en sus veritentes estructuralista (Althusser) y en la moderna concepción socialista de la filosofía de la liberación (en especial Freire). Se mostrará, además, el papel de la ideología en la educación, su importancia e influencia, y cómo en nuestros días está representada en el enfoque pedagógico por competencias.
Como tesis principal, demostraré que, aunque la educación por competencias tiene su origen en la ideología norteamericana del mercado, puede servir como herramienta para la tan ansiada liberación latinoamericana, en un nuevo paradigma social y económico.


1. Consideraciones en torno a la ideología

El concepto ideología tiene muchas connotaciones y significados diferentes, de acuerdo a los contextos en los que se aplique. Sin embargo, la significación más aceptada -y la más difundida-, es la que se circunscribe en el terreno político y sociológico.
Marx (1974), con su estudio de la sociedad basándose en el ámbito económico, postuló las bases para el actual concepto de ideología. En El capital (1867) y el Manifiesto del partido comunista (1872, ed. 1974) muestra cómo la sociedad burguesa, primero, después la sociedad capitalista, necesita de un constructo teórico, una moral, una política... En fin, una cultura que permita su dominación ante las clases trabajadoras y obreras. Esta tesis se radicaliza en el segundo texto, en el cual se demuestra que este proceso es llamado alienación: el trabajo asalariado aliena al trabajador, lo modela de acuerdo a los intereses de los propietarios de las herramientas de producción.
La posterior teoría socialista, representada por Althusser, postula que la alienación -o dominación, o represión, como se prefiera- es realizada mediante ciertas estructuras y constructos, que él los llama ideología. La ideología -o más concretamente, los aparatos ideológicos del Estado- reproducen el sistema de represión de las clases dominantes, así como reproduce las relaciones de producción.
Aquí se habla de un Estado estrictamente dominante y represor -léase: capitalista-. El Estado, pues, necesita de dos elementos para ejercer su acción:

El Estado es el aparato represor por excelencia, e incluye la administración, el ejército, los tribunales, el gobierno, entre otros. Es aparato “represivo” de Estado porque actúa mediante la violencia. Con el fin de mantener la sumisión, el Estado se vale de aparatos inferiores que son determinados por la ideología dominante. Dichos aparatos son la religión, la familia, la política, el sindicato, etc. Uno de esos aparatos es la educación, y mantiene la represión mediante las relaciones explotado-explotador (Villaseñor, 2009b: 3).

Las teorías contemporáneas acerca de la ideología se fundamentarán de acuerdo a estos criterios.


2. Consideraciones en torno a su papel en la educación

La educación cobra especial importancia como aparato ideológico:

La escuela en el régimen capitalista mantiene la función de reproducir los puestos en los que se desempeñan los actores económicos, ya sean propietarios o proletarios. En la escuela [...] se aprenden técnicas o habilidades como leer, escribir, contar, etc. Pero también se enseñan las “reglas” del buen uso, de acuerdo al puesto al que se está destinado a ocupar. Son reglas de moral y de conciencia cívica y profesional, que son, en realidad, reglas del respeto a la división social-técnica del trabajo. Se enseña a “hablar bien” el idioma, ya sea para dar órdenes o para obedecerlas. La formación dominante está presente desde los primeros años de instrucción, ya sea implícita (materias comunes) o explícita (moral, religión, filosofía). Si la educación se acaba en sexto año de primaria, los niños podrán ser obreros o pequeños campesinos. Otros terminan su educación y tienen puestos de pequeños y medianos cuadros, pequeño-burgueses de todo tipo. Otros siguen su educación y se forman para ser agentes de la explotación (capitalistas, empresarios), agentes de la represión (militares, policías, políticos, administradores) y los profesionales de la ideología (sacerdotes).
Cada grupo cumple su papel en la sociedad de clases: el de explotado (moral, cívica, nacionalismo), el de agente de la explotación (relaciones humanas), el de agente de la represión (mandar y obedecer, política) y el del profesional de la ideología (desprecio, chantaje, demagogia) (Villaseñor, 2009b: 3-4).

Podemos decir, incluso, que la educación es el aparato ideológico por excelencia, debido a su relativa autonomía, ya que está desligada de cualquier credo religioso y de escuela económica. Sin embargo, al estar supervisada por el Estado, éste ejerce su influencia e incluso puede determinar los contenidos a impartir.
Al respecto, resulta interesante una proposición crítica ante la difundida posición en la cual se apologiza a la educación afirmando que ésta, en nuestro país, no funciona, está atrasada respecto a otras pedagogías o no cumple sus objetivos. Pues bien, comentaba un maestro que en realidad no es así. La educación, al menos en México, ha cumplido cabalmente su función. Si el Estado quiere individuos ignorantes, individuos ignorantes tendrá, y por eso la poca atención a programas culturales y al desarrollo académico y pedagógico. Como se puede ver, el papel de la educación como aparato ideológico aún sigue vigente (Magallón, 1993).


3. Educación por competencias: la ideología del neoliberalismo

No sólo los intereses del Estado median y determinan la educación. La sociedad contemporánea bien puede considerarse como el rezago de la sociedad neoliberal. Ahora, pues, los intereses de la economía mundial han sobrepasado los intereses del Estado-Nación, en lo que se constituye como globalización: un Estado-Mundo en el que, si tambalea una nación poderosa, las naciones subordinadas terminan por derrumbarse.
De acuerdo con esto, la economía global precisa de aparatos ideológicos que legitimen su dominación, sobre todo, en los países en desarrollo. Tal es el caso de África, el Medio Oriente y Latinoamérica. En dichas regiones la economía está aún construyéndose, ya sea en su fase primaria o en etapas posteriores de desarrollo.
Si consideramos a la economía como un todo, y a los Estados Unidos y la Unión Europea como sus representantes, su ideología es también un todo, en el que la mayoría de las relaciones sociales de otros países están influídas por su acción opresora. El caso de los países de Latinoamérica es especial: actualmente se libra una lucha cultural entre ellos y la nación del norte, que representa, como alguna vez dijo Zea (1972), el proyecto que nunca verá realizado. Considerable excepción constituye Brasil; excepción que confirma la regla.
El sistema ideológico mercantilista tiene como base la producción, para lo que se necesitan profesionales competentes. De aquí que la educación ha de ser encaminada a desarrollar en los alumnos las competencias necesarias para la vida laboral. Así han sido definidas las competencias:

Las competencias son un conjunto de conocimientos, habilidades y valores que convergen y permiten llevar a cabo un desempeño de manera eficaz, es decir, que el alumno logre los objetivos de manera eficiente y que obtenga el efecto deseado en el tiempo estipulado y utilizando los mejores métodos y recursos para su realización (Argudín, 2009).

Así, la currícula escolar tendrá tres direcciones: la adquisición de conocimientos, el desarrollo de habilidades y la acepción de valores. Los conocimientos servirán, en primera instancia, para el desarrollo de las habilidades, pretendiendo romper el antiguo paradigma teoría-práctica. Los valores estarán dirigidos a la creación de una ética laboral, que permita el profesionalismo y el trabajo en equipo, entre otros aspectos. La moral se reducirá a la cívica y a dinámicas de grupo.
La ideología capitalista no podría ser más explícita. Se prefiere la capacitación de los obreros (mejor dicho, su profesionalización) antes que la formación integral del ser humano, ideal pedagógico por excelencia desde Rousseau hasta Freire, y las críticas a este sistema ya han sido ampliamente abordadas (Guzmán, 2003). Sin embargo, podemos valernos del enfoque por competencias para desarrollar una pedagogía que, además de permitir el crecimiento económico, permita la formación del ser humano libre, auténtico y crítico. Hablaré de ello más adelante.


4. Consideraciones en torno a la liberación

Desde que las naciones latinoamericanas tienen conciencia de su situación de oprimidas, han causado revuelo las teorizaciones en torno a la búsqueda de identidad y la conquista de la libertad. Libertad para con los opresores, los altos mandatarios del régimen, en nuestro tiempo, económico, y que tratan de huir del fantasma de la globalización. La influencia de la posición libertaria se ha sentido en toda América, abarcando todos los aspectos sociales posibles, entre ellos, la educación.

El término en boga en la pedagogía contemporánea es “libertad”. Desde finales del siglo XIX la lucha por una mejor educación se convirtió en la lucha por la libertad y por el puesto del hombre en la sociedad. Si bien la educación siempre ha tenido un sesgo formativo integral, nunca había sido tan defendido como en las pedagogías de nuestros días dirigidas a lo social (Villaseñor, 2009a: 1).

Y, de entre los mejores representantes de la pedagogía libertaria, tenemos la obra de Paulo Freire. En Freire son tres los aspectos más interesantes: 1) El papel de la ideología como medio de reproducción social y su superación mediante un proceso de “concientización”, 2) La ubicación del punto de partida desde la situación límite del oprimido para el proceso educativo-alfabetizador y 3) La naturaleza dialógica del ser humano y su fundamental apertura (Santos, 2008). El mismo autor señala otros aspectos de la obra de Freire, que por razones de espacio no mencionaré, pero básicamente se centra en la situación del oprimido y su proceso de liberación mediante la educación.
Así, pues, la educación se ve como la labor mesiánica que ha de llevar al latinoamericano al reconocimiento de su posición en el mundo, a su verdadera identidad cultural e ideológica: “La educación tiene el don de romper las cadenas que nos atan con sus lazos invisibles para no entender nuestro propio entorno” (Quintanilla, 2003: 24).


5. Hacia una liberación competitiva

El punto es rescatar lo mejor de ambas visiones, en un intento de diálogo e interdisciplinariedad. Ambas tienen sus propias características y sus defectos; es un constante proceso de autocrítica y autoreconocimiento.
Es de considerarse un proyecto de una educación que responda a las necesidades económicas del presente; con continuas crisis y economías emergentes el oprimido sólo se verá más oprimido si no tiene los recursos suficientes para formarse. Son necesarias las capacitaciones y la profesionalización de todas las esferas productivas, desde los supervisores hasta los agentes de la producción. Es necesaria, en pocas palabras, la educación por competencias.
Pero es necesario también que la persona esté consciente de sí misma y de su puesto en el ámbito laboral; no sólo son robots trabajando en una fábrica. Es necesario reivindicar el papel de la ética humanista, en especial la que considere la otredad; otro es tanto el jefe de producción como el compañero de trabajo. Ambos tienen necesidades: una familia que alimentar, hijos que llevar a la escuela, transportes, etcétera. El otro es medio y fin en sí mismo; medio para desarrollarme y fin en tanto que sujeto. De esta manera es más sencillo romper con la visión mecanicista propuesta por un civismo sin fundamento.


6. Conclusiones

Aún se requiere contenido para estas bases, aunque incipientes, necesarias para establecer un proyecto de educación latinoamericano, que responda a las necesidades económicas y sociales. Bastará, como premisa, la propuesta del liberalsocialismo y las políticas socialistas tendientes al capitalismo (como en el caso de China y Brasil, que han dado frutos positivos). El objetivo, como cualquier propuesta teórica, es proveer soluciones que permitan el mejor desarrollo de todos.


Bibliografía

Althusser, Louis. (2008). Ideología y aparatos ideológicos del Estado. Práctica teórica y lucha ideológica. México: Tomo.
Argudín, Y. (2009). La educación basada en competencias: algunas nociones que pueden facilitar el cambio. Recuperado el 10 de julio de 2009 en http://www.lag.uia.mx/acequias/acequias17/a17p8.html
Guzmán, Jesús C. (2003). Los claroscuros de la educación basada en competencias (EBC). Revista Nueva Antropología, XIX (62), 143-162.
Magallón Anaya, Mario. (1993). Filosofía política de la educación en América Latina. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Marcuse, Herbert. (1973). Un ensayo sobre la liberación. México: Cuadernos de Joaquín Mortiz.
Marx, Karl, y Friedrich Engels. (1974). Manifiesto del partido comunista. Moscú: Progreso.
Quintanilla Osorio, Jesús. (2003). La educación como modelo liberador. Chetumal: E-libro.net.
Santos Gómez, Marcos. (2008). Ideas filosóficas que fundamentan la filosofía de Paulo Freire. Revista Iberoamericana de Educación, (46), 155-173.
Villaseñor Jaimes, Alejandro. (2009a). Educación socialista: ¿Paradigma pedagógico del siglo XXI? Ensayo sin publicación.
__________. (2009b). La educación en Louis Althusser. Ensayo sin publicación.
Zea, Leopoldo. (1972). América como conciencia. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Perfil de un filósofo

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Maricarmen de las Peñas

Cuando una persona se da cuenta de que no sabe cuál es el sentido de su vida y se propone encontrarlo por medio de la razón en forma sistemática, se convierte en filósofo.

El filósofo no se contenta con formar su existencia basado en opiniones recibidas, en creencias ajenas o tradiciones impuestas.

Un filósofo de verdad reconoce, en primer lugar, su propia ignorancia. Es verdad que no está de acuerdo con lo impuesto, pero también se reconoce incapaz de encontrar sustitutos más convincentes. Luego viene el segundo paso: la búsqueda. Esa necesidad de ponerse en marcha y buscar respuesta a las propias inquietudes.

La más mínima honestidad le exige no vivir a expensas de lo que piensan los demás, empieza a trabajar por su cuenta. Intuye que la tarea no va a ser fácil pero le anima saber que ha salido de ese sopor que lo mantenía diluido y sin personalidad propia en una sociedad cada vez más masificante. Ya está convertido en “el amante de la sabiduría”.

La herramienta clave para este proceso va a ser su propia razón. Ya no va a avalar, nunca más, argumentos sin examinarlos y asegurarse de su validez, desde ahora verá con sus propios ojos.

Hace falta mucho valor para entregarse a esta tarea, el enfrentamiento social va a ser inevitable, pero el premio consistirá en una profunda experiencia de libertad, de verdadera libertad, pues sólo abriendo los ojos y renunciando a la enajenación, se toman las riendas de la propia existencia.

martes, 25 de agosto de 2009

El mundo en que vivimos

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Una pequeña reflexión acerca de la sociedad contemporánea, por Mario Vargas Llosa. Cortesía de Maricarmen de las Peñas.

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El filósofo francés Michel Foucault llegó a la deprimente conclusión de que "el hombre no existe", que cada ser humano no es sino una larga secuencia de simulacros variopintos hechos, deshechos y rehechos por las circunstancias variables de la realidad en la que transcurre su existencia. Todavía más audaz, y acaso más frívolo, Jean Baudrillard fue más lejos y concluyó que aquello que creemos la realidad cuando abrazamos al ser amado o sopamos la pluma en un tintero, tampoco existe, porque la verdadera realidad en la que vive el bípedo contemporáneo no es el mundo que cree pisar sino las imágenes que fingen reflejarlo y que no son sino las interesadas y manipuladas versiones que dan de él los medios audiovisuales al servicio de los poderosos de este mundo.

Estas divertidas, brillantes y falaces fabricaciones intelectuales -así las creía yo al menos- acaban de recibir un sorprendente respaldo, una indicación concreta de que si las cosas no son así todavía, podrían llegar a serlo pronto, dadas las inquietantes características que va adoptando, aquí y allá, la civilización que nos rodea.

Voy a referirlo a mi manera, que no es la del filósofo, claro está, sino la, más modesta, de un contador de historias. Trasladémonos, allende el Atlántico, al centro de la Amazonía, hasta Manaos, capital del Estado brasileño de Amazonas, famosa porque, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, fue uno de los centros principales del boom del caucho, del que queda como recuerdo una ópera barroca donde cantó -o se dice que cantó- Carusso. Hasta hace relativamente poco tiempo el rey de la pequeña pantalla, en Manaos y toda la vasta región amazónica, era un periodista y productor llamado Wallace Souza, que, fiel a su nombre detectivesco, dirigía en la televisión local un programa policíaco llamado Canal Livre. En él se ventilaban, con descarnado realismo, los crímenes, asaltos, violaciones y demás ferocidades cotidianas, con que, tanto en Brasil como en el resto del mundo, los canales de televisión suelen asegurar su codiciado rating halagando el morbo y los peores instintos del gran público televidente.

El éxito del programa era tal que Wallace Souza se hizo célebre y decidió, aprovechando la popularidad de que gozaba, saltar del periodismo audiovisual sensacionalista y truculento a la política (ambos no están tan lejos, después de todo). Lo consiguió con rapidez vertiginosa: en las últimas elecciones salió elegido diputado con la más alta votación en todo el Estado de Amazonas. Este es el momento de máximo apogeo en la carrera pública de Wallace Souza, personaje fortachón, mostachudo y barbado, de ternos entallados y, según la prensa, gesticulador y carismático.

Cambio de escenario, dentro de la misma exótica y asfixiante ciudad amazónica. La policía local detiene a un rufiancillo del lugar, ex policía y asesino a sueldo, de apelativo pomposo: Moacir Moa Jorge da Costa, sospechoso de un rosario de fechorías y hechos de sangre, entre ellos asesinatos. Interrogado y ablandado con los métodos que no es imposible imaginar, confiesa. Sí, ha matado, pero no por maldad ni por codicia, sino profesionalmente, por encargo del flamante diputado y estrella mediática de la Amazonía: ¡Wallace Souza! Después de sacudirse el trauma que semejante revelación les produce, los investigadores comienzan a atar cabos y las piezas encajan, como en un rompecabezas. Todos los crímenes que ha cometido o en los que ha participado Moacir Moa Jorge da Costa figuraron de manera estelar en los programas de Canal Livre y, en todos ellos, las cámaras ubicuas y omniscientes del diputado llegaron al lugar del crimen al mismo tiempo que los asesinos.

La investigación produce este pasmoso resultado: Wallace Souza llevaba a cabo espeluznantes crímenes con el único designio de poder filmarlos antes de que lo hiciera alguno de sus competidores, para obtener las primicias que tenían enganchada a la vasta teleaudiencia a la que alimentaba en cada programa con sangre, verismo y pestilencia a raudales. Para ello, había montado toda una infraestructura de colaboradores, diestros en la pistola y el cuchillo, seleccionados entre las propias fuerzas de la policía a la que -otra revelación- había estado asimilado. Quince de ellos están ya en los incómodos calabozos de Manaos, pero no el héroe del macabro aquelarre, pues, siendo legislador y gozando de impunidad, la Asamblea Legislativa tiene antes que despojarlo de aquella para que pueda ser encarcelado y juzgado. ¿Lo será? Paciencia: lo dirá el futuro, y con abundancia de derivaciones y detalles, porque mi instinto me asegura que esta historia tiene para mucho rato.

Hasta aquí los hechos objetivos. Ahora, las conjeturas, acápites y especulaciones. Desde el punto de vista ético ¿cómo juzgar a Wallace Souza? Es imposible negar que tenía una conciencia profesional desmesurada. Delinquió, sí, pero con la noble intención de servir a su público, de no defraudarlo, de seguir suministrándole aquel horror sanguinario que era su alimento preferido, lo que llevaba a todo Manaos a prender el televisor y buscar Canal Livre con la ansiedad con que escarba su cajetilla el fumador o se lleva el trago a la boca el alcohólico. ¿Tiene Wallace Souza la entera responsabilidad de haber llegado a esos excesos punibles o la comparte con la miríada de morbosos, subnormales, pervertidos e imbéciles a los que ver mujeres desventradas, chiquillos decapitados, ancianos degollados, arreglos de cuentas de pandillas que se tasajean y entrematan hace pasar una noche divertida?

No es difícil, para cualquier aficionado a la esgrima intelectual, demostrar que Wallace Souza es un producto del siglo XXI, en el que la cultura predominante, en gran parte por la miseria que ha generado la televisión en su frenética carrera por conquistar audiencia escarbando en las sentinas de la vida, destruyendo la privacidad, explotando sin el menor escrúpulo las experiencias más indignas y degradantes, ha pulverizado todos los valores, trastocándolos, de manera que "divertir", "entretener", ha pasado a ser el valor supremo, la prioridad de prioridades, aunque, para conseguirlo, como hizo Wallace Souza, haya que disparar y hundir puñales en el prójimo. Desde este punto de vista, asesino y todo, el director y productor de "Canal Libre" es un héroe, o un mártir, de la cultura que, con ayuda de la prodigiosa revolución audiovisual, hemos fabricado para nuestra época.

Desde otro punto de vista, el del "principio de realidad" pascaliano, hago mi autocrítica y reconozco que lo ocurrido en Manaos convierte las teorías (que antes me parecieron delirantes y sofistas) de un Foucault y un Baudrillard en algo que empieza a tener confirmación objetiva en este extraordinario mundo que nos ha tocado. Si Wallace Souza cometió esos crímenes sólo para convertirlos en imágenes, es evidente que, para él y para sus espectadores -aunque éstos fueran menos conscientes de ello que él- la realidad real era menos importante, meramente subsidiaria o pretexto, de la realidad reflejada por las cámaras, las que, con su perfecta adecuación a los gustos del público, la recomponía, purgaba y recreaba de tal modo que fuera algo que la realidad real lo es sólo muy de cuando en cuando: excitante, terrible, divertida. Wallace Souza es la primera demostración palpable de que el hombre no es una totalidad definida sino una materia modelable y cambiante, una melcocha o greda al que la dimensión imaginaria de la vida propulsada por el sistema educativo más universal y todopoderoso de la historia -las pantallas- va dando forma, realidad y cambiando al capricho de las modas.

Una última reflexión sobre las infortunadas víctimas inmoladas en el ara televisiva por los pistoleros a sueldo de Wallace Souza. ¿Cómo las elegía? ¿Con qué criterio? No se puede descartar que, si quedaba en él un residuo de escrúpulos morales de la época en que todavía era un ser humano, no uno de celuloide o plasma, las escogiera entre la ralea prostibularia, la fauna del ergástulo, para darse así una cierta coartada de justiciero. Pero lo más probable es que no, que, para alguien tan teratológicamente identificado con su profesión, el único criterio consistiera en señalar a las víctimas privilegiando a las que tenían mayor poder de atracción televisiva. Y no hay duda que el asesinato de un truhán conmueve menos que el de una niña inocente, un ciudadano intachable o una señora embarazada.

¿No les gusta el mundo en que vivimos? Peor para ustedes, porque todo indica que ya no nos queda el antiguo recurso de apagar el aparato de televisión. Ahora, la televisión comienza a ser la vida misma y, nosotros, sus inexistentes comparsas.

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Tomado de http://www.elpais.com/articulo/opinion/mundo/vivimos/elpepiopi/20090823elpepiopi_12/Tes

miércoles, 12 de agosto de 2009

Scientia et sapientia

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Para iniciar mi participación en este blog, quisiera poner un poema de mi abuelo, que traduje al latín.

Ciencia y sabiduría

Virtud excelsa, a tu aroma aspiro.
En la voz de mi madre cariñosa
Y en mi sueño en el río te miro.
Tranquila, sonreír virgen preciosa.

Te dio en el cielo por atributo,
al árbol que tiene raíz amarga.
Pero de dulce fruto.

Nosotros que a la escuela acudimos.
En la placida edad de la inocencia,
Te pedimos un destello de luz a
la divina ciencia.

La ciencia es inmortal, nace de la sabiduría.
Hija de Dios, angélico preludio.

Danos aliento en la senda escabrosa del estudio,
Que sea el estudio nuestra única esperanza.

Amemos la virtud, ¡Niños amados!
Porque con ciencia y virtud, el hombre
alcanza años preciosos de ventura.

¿Por qué?

Porque la ciencia al niño vuelve a hombre.
Y la ignorancia al hombre vuelve a niño.

Scientia et sapientia

Virtus excelsa, aroma tua aspiro.
In voce meae matris carae.
Et in somno meo flumene adspicio te,
Tranquilla, subridere virgo pretiosa.

Caello per atributum dedit tibi.
Arborem cum radice amara.
Sed fructu dulce.

Nos qui ad scholam accurimus,
In placida aetate innocentiae.
Nos petimus divinae scientiae,
lucis fulminem.

immortalis scientia est,nascens sapientiae.
Filia Dei. Angelicum praeludium.

Da nobis animum intarto intinere studii.
Quode nostra unica spes studium sit.

Amemus virtutem, pueri amantissimi!
Quia cum scientia et virtute, homo
adipiscitur annos venturus pretiosos.

Cur?

Quia scientia puerum vertit hominem,
Et ignorantia hominem vertit puerum.

lunes, 10 de agosto de 2009

El breve Espacio en que no estás

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¡Hola!
Este es el espacio en que no estás, pero que realmentes sí estás, querido amigo Marco.
Estás en el corazón de todos aquellos que te quisieron y de todos aquellos que sabian de tí. Cuidadosamente plasmaré mis escritos en este espacio, porque harto se lo fuiste pero me he puesto a llorar como un niño, porque te moriste.

Ante todo, gracias por la invitación al blog Alexandro. Y a soltar la mano y a marcar renglones llenos de emoción.

Con cariño
Víctor Hugo

jueves, 6 de agosto de 2009

Próximamente...

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El blog de los alumnos de filosofía de la Universidad del Centro de México...

Estén pendientes...
Estudiantes, maestros, pasantes y licenciados en Filosofía.
Universidad del Centro de México
San Luis Potosí, México.
contacto: alex.sophos@gmail.com
 
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